miércoles, 25 de abril de 2007

MEMORIAS PERSONALES - Alejandra Arboleda

· PIENSA EN LO QUE NO ES TUYO Y LATE EN TUS COMPORTAMIENTOS


Voy a comenzar mintiendo, o mas bien quiero recordar mintiendo, por que siempre lo hago y por que en realidad todo lo que uno recuerda esta compuesto de invenciones, mentiritas y ficciones.

Mi niñez, aunque muy normal, estuvo llena de cuanto programa de televisión recordemos ahora, de comidas, trajes, el colegio, las propagandas, los domingos, los juegos, los amiguitos… y algunos otros que, mencionarlos ya que no los recuerdo sería buscar algo que en realidad estaría inventando de nuevo.

Los programas que recuerdo y que de hecho son muy famosos a la hora de hacer retrospectiva son las caricaturas que veía todo niño con televisor, por que claro, aun el televisor era lo bastante caro para evitar que todos tuvieran acceso a él. Los pitufos, el oso el tigre y los demás, Candy, Babar, etc. son parte de esta colección de risas y añoranzas en las conversaciones de los jóvenes de ahora.

A estos se les suman los programas educativos de la época: en Inravision se jugaba aprendiendo, o se aprendía jugando, lo dummies, nopo, y demás juegos y programitas cuyos nombres no recuerdo. Pero en realidad, ahora me pongo a pensar y en contraste con mi pésima memoria que todas estas imágenes y recuerdos son algo así como cosas reencauchadas. La imagen que tengo ahora de los pitufos no la tengo por el programa en sí, la tengo por que ya mas grande vi la foto de un pitufo en una revista de mi mama. Eso es lo que fue construyéndose y con apoyo de las historias que “los grandes” contaban sobre lo crecida que yo estaba fu creándose la idea de este programa como un precursor de la infancia y de la añoranza infantil.

Hay pocas cosas que en realidad recuerdo, si se puede decir que las recuerdo o que por lo menos, doy cuenta de que fueron vividas. Como que tuve Barbies alguna vez en mi vida y que les hacía ropita con mi mamá pues a ella le gustaba coserlas, que me hastié de comer masmelos pues un día me comí el paquete entero de aquellos masmelos grandes y redondos que parecían una flor; de que veía el show de Lucy, pero aunque no entendía muy bien lo que ella decía, me gustaba reírme de su boca y escuchar la música de fondo muy al estilo americano (cosas que sé ahora pero en la época no tenia ni la intención de conocer), de que mi bisabuelo tenia un parche grande en el ojo izquierdo y parecía un matón de las películas.

Como que me gustaba escuchar la música de mis papás al escondido y descubrí la gran voz de Mercedes Sosa que en principio pensé era un hombre.

Y así como recuerdo pocas cosas, creo que recuerdo las suficientes para dar cuenta de que en el transcurrir del tiempo y del crecimiento de mi entorno hay un cambio constante, una mutación circunstancial de las cosas. Por que la perdida de Inravisión fue un intento de hacer una televisión mas abierta y extendida; que mi “algo”, con el tiempo me mostró que la moneda se devaluaba y que esos 520 pesos que me daban fueron convirtiéndose en estos 1700 pesos que ahora mis hermanitos tienen.

El progreso es una idea que suele fundamentar este cambio, el que los programas de niños que se recuerdan son programas extranjeros, de que tal vez ser modernos es no darnos cuenta de esos cambios, pues es como estar de una vez inmersos en esa idea de cambio continuo, de la simultaneidad, de la nostalgia natural, esa nostalgia que cada vez es mas comercial, por que precisamente así el progreso fue demandándolo, y ese comercio la fue convirtiendo en esa mentira o ficción que es ahora.

También la idea de que somos una cultura que olvida fácil, que hay tantas cosas que no merecen la pena y aunque lo merecieran igual se dejarían atrás. Es extraño, por que no importa si es pura economía cognitiva, pero es una economía consecuente a esos cambios y a ese no darnos cuenta de los cambios.

Recuerdo un recuerdo doble, mi abuela siempre ha sido una heroína para mi pues su nómada vida de profesora le mostró como era el mundo en Antioquia, en los pueblos, de los niños. Hace poco me contaba que en uno de sus viajes llegó a un pueblo en el oriente antioqueño, hace ya mas o menos 40 años, en el que las mujeres aún usaban faldas largas campesinas; ella, chica de ciudad usaba lo que en la época llamaban slacks. La conmoción fue grande pues la tildaban de mujerzuela por mostrar su figura de mujer y no le dejaban enseñar. Este recuerdo, auque no es mió, dio un salto muy grande en la manera como puede percibirse los cambios de miradas en la sociedad. Para mi fue muy grande el contraste de falda y pantalón que mi abuela vivió en carne y hueso, pues creo que para mi eso era algo que estaba en los libros, que yo aprendía en las lecciones de historia y no sabía que había estado tan cerca de mi como lo estaba en ese recuerdo.

Una película, “Everything is illuminated” de Liev Schreiber habla de un chico que después de la muerte de su abuela va a un lugar en Ucrania donde espera encontrar la persona que salvó a su abuelo en la segunda guerra mundial y la persona que a la vez le podría hablar sobre él. En la película el muchacho es una especie de coleccionista que guarda las cosas que se encuentra (cosas aparentemente cargadas de sentido) y lo que dice a esta obsesión es que le da miedo olvidarse de las cosas. A esta recolección le precede un ansia de tener la historia, de su abuelo, de Ucrania, de la guerra. Pero es un caso perdido por que dentro del recuerdo también está el olvido, y él se da cuenta que luego de la segunda guerra mundial, luego de lo ocurrido con su abuelo, el recuerdo no es mas que un instrumento de colección.

"Pensar es mas importante que saber pero menos que mirar"

Goethe


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